4 de marzo de 2013

China: where amazing happens


Hace ya cinco meses que desembarcamos en este país al que llegamos sabiendo que no nos iba a dejar indiferentes, que íbamos a vivir cosas que nos resultarían extrañas y que una vez que nos vayamos seguro que nos habrá cambiado de una manera u otra.

Cinco meses dan para habituarte a muchas cosas: a comer con palillos (ahora lo raro es comerte unos noodles con tenedor),  a ir en bici esquivando todo tipo de obstáculos, a los olores (aunque no es fácil), etc. Sin embargo siempre hay alguna cosa que te sorprende, algún imprevisto en tu paseo que te hace dar cuenta que no estás en tu barrio de siempre.  

Como aquella vez que, a -15 grados volvíamos a la oficina después comer y nos encontramos con un hombre que se había montado una peluquería/barbería en medio de la acera. Parece que el negocio no le fue mal porque suele estar muy a menudo. Pero por buen negocio que sea no me imagino a alguien haciendo eso en medio de una céntrica calle de Madrid.



O todas aquellas veces que te encuentras a las chinas, y algún chino, normalmente mayores todos de 50 años, reunidos en cualquier punto de la ciudad para ponerse a bailar, a hacer taichí o cualquier danza que conlleve ejercitar los músculos. Solo les hace falta un cassette y muchas ganas, sobre todo en invierno cuando hacía menos diez grados y 400 de contaminación y lo menos que apetece es pisar la calle. (Ya subiré algunas foto que ahora que estamos a más de cinco grados se han reproducido y hay un grupito cada 200 metros).

Los hay que nos les gusta mucho mover el cuerpo, pero esos también te sorprenden de alguna manera. Si no, echen un vistazo a las macro partidas de cartas que se montan. A los torneos de baloncesto de las fiestas de mi ciudad iba bastante menos gente.



Esos shocks inesperados te pueden pasar en cualquier momento, pero en el fondo los agradeces enormemente. Te hacen sacar una sonrisa, o un gesto de negación que quiere decir “esta gente está loca”. No hace falta buscar esos momentos, te puede pasar yendo al trabajo, mientras esperas en un paso de peatones, y se te para al lado un carromato de este tipo (no es fácil volver a comer huevos después de esto):



Quizás una de las más inesperadas fue en Dalian (ciudad al noreste de China). Había oído que en Pekín hay una calle donde los padres y madres se reúnen para buscar pareja a sus hijos, aunque la verdad se me había olvidado el tema. En Dalian nos topamos de bruces con un auténtico mercado de (aspirantes a) esposos y esposas. Madres que colocaban el perfil de sus hijos e hijas (una mezcla de Linkedin y Facebook) en un pequeño parque en el que había cientos de hojas con perfiles de jóvenes de todo Dalian. En el perfil se detalla el sexo, la edad, el salario, las posesiones y los estudios de los aspirantes, de manera que los padres van dando vueltas por todo el parque leyendo los papeles a ver si hay alguno/a que cumpla sus requisitos. Ni los intercambios de cromos que hacíamos de pequeño daban para tanto… 

Ah, también había señoras de 70 años que dejaban allí su papelito diciendo lo que buscaban (una especie de carta a los reyes magos), a ver si había suerte y picaba algún jovencito.


La muchacha de este cartel tiene 25-26 años. En China a esa edad lo normal es estar ya casad@

No dejan de sorprender los chinos nunca. También su forma de ser a veces te descoloca. Al principio los tenía por gente bastante tímida. Luego te das cuenta de que hasta cierto punto, y que como en todos lados hay de todo. Pero lo que no te esperas, por ejemplo, es que a nadie le extrañe que en medio de los vestuarios de un gimnasio haya un baño con una puerta de cristal transparente. Supongo que el raro seré yo por no sentirme demasiado cómodo ahí dentro.


Con este post simplemente quería contar algunas anécdotas del día a día que te puedes encontrar y que, como decía, por lo general se agradecen. Te permiten volver a la realidad y por tanto recordarte que hay que disfrutar de todos esos detalles y experiencias que nunca sabes cuánto tiempo más vas a vivir.

Por otro lado, tengan en cuenta que Pekín en cierta manera está bastante occidentalizada si lo comparamos con ciudades menores y no digamos ya pueblos perdidos del interior. Es ahí realmente where amazing happens. O como hubiera dicho Obelix si le hubiera dado por darse una vueltilla por aquí:



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