13 de octubre de 2013

Timos y estafas: a por el guiri


Por experiencia, una pequeña anécdota o un pequeño detalle, puede afectar a la percepción que se tenga sobre un viaje, otorgándole a veces una importancia exagerada. Esto suele ser más intenso y más frecuente cuando se tratan de anécdotas desagradables. Una de estas anécdotas son las estafas comunes que se producen en numerosos países asiáticos.

No creo que sea justo con la ciudad que alguien se lleve una mala imagen de Pekín como destino turístico solo por el hecho de haber sido estafado (aunque obviamente, y yo el primero, la sensación de frustración e impotencia no es nada agradable). Es por ello, por si algún futuro viajero a Pekín o China se topa con este post, que quería contarles acerca de un par de timos frecuentes. Por suerte no los he vivido en carne propia, pero no hay que buscar mucho para encontrar a algún afectado.

La más conocida es quizás, el timo del té. Localizado en las zonas turísticas de Tiananmen, Ciudad Prohibida o Wangfujing, una o varias personas localizan primero su presa: extranjeros (laowais) ingenuos. Su principal arma para convertirse en sus amig@s es un notable inglés (a veces castellano y otros idiomas también) y jugar con aspectos como “estoy estudiando inglés y me gustaría practicar” o “vengo de un pueblo y querría conocer a alguien para ver tal sitio”.

La estafa consiste en, tras un tiempo prudencial de visita (aunque a veces ni se produce), en la invitación a tomar un té o a ver una ceremonia del té a un lugar que conocen y al que se ofrecen a llevarte y acompañarte. Una vez allí, disfrutado el delicioso té, los dueños del local exigirán el pago de entre 100 y 1.000 RMB (12 y 120 euros) por la tacita de té. La persona que te ha acompañado (en perfecta cooperación con el personal del local) se hará la loca y, en algunos casos, te ofrecerá que lo paguen a mitad. Debido a la confusión, la inseguridad de un lugar que no conoces y la poca fiabilidad de la justicia en China, es muy probable que acabes pagando lo que te piden.

El segundo timo es habitual de taxis y algunos establecimientos comerciales como los mercados de falsificaciones. La trama consiste en pagar lo pactado (sea una prenda, un trayecto de taxi, etc.) y, una vez que el taxista o dependiente tiene el dinero en su mano, te da el cambiazo con otros billetes que tiene falsos, te los devolverá y te dirá que esos no valen. Tú recibes lo billetes falsos y le preguntas que cómo es posible, que los sacaste del banco directamente. Llegados a este punto es difícil demostrar el cambiazo, por lo que como es habitual en estos casos, más vale prevenir (estar siempre atento) que curar.

Estos casos tendrán sus variantes y además habrá otros mil tipos de estafas de este tipo (también las grandes estafas comerciales están a la orden del día). Por lo tanto, a la hora de viajar a China mucho cuidado con ellas y, si le llega a ocurrir, intente que la experiencia no afecte sobremanera a la satisfacción general que tiene con el país. 



3 de octubre de 2013

Una hora en China


Una hora. Ese es el tiempo aproximado de mi vida (algo menos) que he estado en China si jugamos a trasladar tus años de vida a las horas que tiene un día. Quizás es una tontería, pero verlo desde esta perspectiva me ha hecho pensar que es más de lo que pensaba. No es solo un gran año de mi vida, una sucesión momentos difícilmente olvidables. Tampoco es un año que he pasado lejos de casa, a 10 mil kilómetros de donde se supone que tenía que estar. No es solo eso.

Este año ha hecho que, sin darme cuenta, no sea el mismo. No en el mal sentido de la expresión, creo, sino en la evolución que sufres inevitablemente tras esta experiencia. Cambia tu forma de ver las cosas, de afrontar las dificultades, aprendes a tener paciencia, a entender y ponerte en la piel de los demás y a disfrutar con las pequeñas cosas. Y sobre todo te conoces a ti mismo. Y conoces, más aún en un país como China, la inmensidad del mundo, con su diferencia de culturas, de pensamientos y de costumbres.  

Solo una hora. Y claro, una hora se te pasa volando. Se te pasa volando porque la naturaleza humana es como es. Quieres que pase el tiempo rápido hasta que llegue el momento que quieres. Tu primer gran viaje: Singapur, Kuala Lumpur y Bali. O ese momento en el que harás tu primera gran incursión por la China rural. O un viaje a Tailandia con grandes amigos. O a Seúl. O el momento en el que te reencontrarás con tus padres y tu hermano después de 10 meses, ¡10 meses! O, sin ir tan lejos, la simple llegada del fin de semana –para hacer un combo Heavens + Kokomo, claro-. O tantos otros momentos que esperas y que parece que no llegan, y que son los culpables de que no te des cuenta de que el tiempo se te está escurriendo como arena entre los dedos.

Una hora. Y aunque parezca mentira no daría marcha atrás al reloj. Claro que hay cosas que te gustaría cambiar, pues todo siempre puede salir mejor, pero eso forma parte de este juego. Sí que a veces tengo la tentación de parar el reloj, de que este momento dure un poco más. Arañar unos segundos al tiempo al menos. Pero no. Aún quedan muchas horas por delante y lo importante es aprender a sacar provecho a cada hora, a cada segundo. Y ser feliz.




PD: Siento comunicarles que trataré de devolverle algo de vida en estos meses al blog, que entre una cosa y otra lo he tenido abandonado.