4 de noviembre, un mes en Pekín, y la verdad que no sé que pensar. A veces
digo: “¡parece que fue la semana pasada!”. Sin embargo, la mayoría de las veces pienso: ”parece que llevara aquí toda mi vida…”. Es una sensación muy extraña,
pero es que una vez que empiezas a tener una rutina y te vas familiarizando con
la ciudad, ya te sientes como si estuvieras en tu casa (aunque aún estoy muy
lejos de sentirme como en casa).
Y de
eso va el post de hoy, de las rutinas, de cómo es un día cualquiera de semana en
la Capital del Norte.
El
día empieza saliendo “tempranito” de casa para ir a la oficina. Respecto a las casas, les recomiendo que no se asusten ni prejuzguen por el aspecto de la fachada, aquí el mantenimiento de los
exteriores y de las zonas comunes de los edificios brilla por su ausencia. A mí
me costó entenderlo, pero poco a poco te acostumbras.
Así
que llegamos a la oficina. De momento, y hasta finales de este mes, solo vamos
por la mañana pues por la tarde tenemos clase de chino. En diciembre, los
actuales becarios de la oficina se marchan (¡buena suerte para ellos desde
aquí!) y pasamos a trabajar mañana y tarde. Este periodo de aprendizaje se
agradece mucho, pues en mi departamento, el de productos agroalimentarios,
trabajo no falta precisamente: consultas, ferias, actualización de
estadísticas, organización de eventos…
La foto de abajo es la oficina y, más abajo, el stand de la primera y única feria a la que he ido hasta
ahora, sobre aceite.
Cuando
acabamos tenemos una hora para comer y luego tenemos cuatro horas intensivas de
chino.
¿Y
qué hacemos al salir de clase? Pues depende. Los días que nos vamos
directamente a casa el gran desafío es encontrar taxi. No se crean que es cosa
fácil, a pesar de que hay más de 40.000 (o eso he leído), en hora punta o en
día de lluvia es casi imposible. (Ya le dedicaré un post a los taxis y a
los taxistas, se lo ganan a pulso cada día).
Los
martes es el día del deporte. Digo esto porque, por el momento, es el único día
de la semana que tengo algún plan para mover un poco el esqueleto y quemar las
calorías de la semana. El plan consiste en ir a jugar a fútbol horita y media con
amigos/conocidos españoles, argentinos y brasileños. El sitio en cuestión son unas pistas rodeadas de rascacielos en la zona de Guomao, en las que me siento como si estuviera jugando dentro del Street Football.
El
resto de los días normalmente hay algo que ir a comprar. No sé como lo hacemos,
pero si no es algo para cenar o desayunar, hay que comprar algo de ropa (y más ahora que ha empezado el frío y la nieve y me siento muy poco equipado). Además,
puede parecer divertido pero el tener que regatear hasta para comprarte un
llavero, hace que gastes una hora y media en comprarte un par de calcetines.
(Más adelante también dedicaré algún post a la gran experiencia que supone ir
de compras a un mercado chino).
En
definitiva, 30 días que dan para mucho pero que también agotan a cualquiera. Así
que para cambiar de aires e ir a un sitio algo más cálido, el fin de semana que
viene hacemos el primer viaje del año. ¿Destino? ¡Hong Kong!
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