13 de enero de 2013

Días de "niebla"


Difícilmente, o eso quiero pensar, voy a encontrar en todo el año un momento mejor para escribir sobre la contaminación en Pekín. Y es que ayer la ciudad vivió uno de los peores días desde que se mide el nivel de residuos que tiene el aire. Grave debe ser la cosa para que un Gobierno como el chino, poco dado a alertar a la población, decrete una alerta amarilla y recomiende a niños, abuelos y enfermos quedarse en casita.

Los problemas medioambientales se están convirtiendo en una de las grandes preocupaciones de la población china, y la mayoría de las protestas que se producen en el país son por este motivo o por la corrupción. Y es que aunque en Pekín se llevaron a cabo numerosas acciones en 2008 para mejorar la calidad del aire con vista a los Juegos Olímpicos, no parece que haya cambiado demasiado la situación. De hecho, desde que la Embajada estadounidense publica los datos de contaminación allá por 2008, nunca se había llegado al nivel de ayer de 755 (y en algunos lugares de la ciudad se dice que se llegó a 900).

Foto sacada del China Daily

Este número se refiere a partículas PM2,5 (se supone que las más perjudiciales para la salud), y por hacer una comparación, en Madrid el sábado por la mañana había entre 25 y 30. Si miramos el viernes, para coger también un día laboral, en Plaza Castilla no pasó en ningún momento del día de 35, según datos del ayuntamiento. Incluso se llegó a especular con que el medidor de la embajada no hubiera soportado tanta contaminación y tras llegar a 500 y salirse del índice se hubiera estropeado.

Cierto es que hay algunos indicios de que el Gobierno se está dando cuenta de la importancia que tiene este asunto para la población. Por ejemplo, desde el año pasado se han puesto controles de contaminación en numerosos puntos de la ciudad. Eso sí, miden unas partículas que no son tan dañinas, con lo que los datos no coinciden con los de la Embajada de EEUU, que son en los que se fija casi todo el mundo. El tiempo dirá, pero no será fácil conseguir los objetivos fijados de mejora de la calidad del aire, cuando cada año la economía crece a ritmos del 8%.

Misma hora, mismo lugar y misma cámara; cambia el nivel de contaminación

Casualidad o no, el año pasado también se vivió la peor época en enero. Y es que la energía que se consume para calentar una ciudad de 20 millones de habitantes debe de ser descomunal (y encima proviene del carbón en su mayoría). Además, con el frío, se tiende a coger mucho más el coche que en otras épocas del año. También influye la meteorología, pues Pekín se encuentra rodeado de montañas y si no hay viento la masa contaminada no avanza y se queda atrapada, que es lo que está pasando.

En el día a día esto supone vivir en una constante niebla, con una visibilidad que puede bajar hasta los 150 metros (motivo por el que se han cerrado autopistas y cancelado vuelos en algunos lugares de China). Lo malo es que en el fondo sabes que no es niebla, sino que te estás fumando un par de cajetillas de tabaco diarias como poco. Por ello los pekineses, y no pekineses, salen a la calle con mascarillas, lo que te hace sentir en Fukushima más que en Pekín.
Tal es la habitualidad de estos días de contaminación, que las mascarillas se han convertido en un complemento más dentro de la moda, especialmente la femenina. Así, te puedes encontrar mascarillas que simulan la cara de un oso panda, otras con lunares, otras que incorporan ya las orejeras para el frío… y así mil y un modelos diferentes (quien tenga un poco de curiosidad que entre en http://www.tao-bao.es/, por ejemplo, y ponga la palabra máscaras en la búsqueda).

Lo peor de todo es que te no te queda otro remedio que acostumbrarte, y mientras que durante la primera semana me quedaba impactado con la boca abierta con este fenómeno, ahora solo pienso en cerrarla para que entre la menor cantidad de mierda “niebla” posible.

Foto de hoy por la tarde, con los niveles ya por debajo de 450

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